Para Antonio Gramsci la sociedad civil incluye algunas
superestructuras: sindicatos, partidos, escuelas pero también a la prensa, la
literatura y la iglesia. Por ello buscan la hegemonía en el mundo del trabajo,
el político y la formación de los jóvenes. Por ello, también quieren la supremacía en la
prensa, que forma la opinión pública, recurriendo a la censura, en la literatura y buscan la destrucción de
la Iglesia, desde dentro, haciéndola abandonar sus raíces y desde fuera,
atacándola de forma directa, desprestigiándola y agrediéndola con actos. Se trata de que las ideas de la izquierda sean
hegemónicas y sin rival.
Chantal Mouffe, la ideóloga belga, señala a nuevos
grupos como agentes revolucionarios que sustituyen a la clase obrera horizontal
marxista. Lo transversal supone el apoyo a minorías de género, de acción social
y de reivindicaciones particulares. Quieren un consenso de grandes masas de la
población con los objetivos de la facción dominante en la vida social y para el
resto reservan el poder coercitivo del Estado. Por eso no piden los ministerios
de acción social sino los de poder en estado puro: defensa, interior y
servicios de inteligencia, a los que se añade el ataque a la libertad de prensa
y a la libertad religiosa.