Acompáñeme a la comisaría


Volviendo de un reportaje en el Ulster con un compañero, en el aeropuerto de Londres me pidió un policía británico, de oscuro origen, que le acompañara a la comisaría. Es una costumbre de los policías que no les gusta ir solos al trabajo. Lo había comprobado algunas veces en España. 

Una vez dentro pregunté que por qué estaba ahí. Me dijo que ciertos vascos iban y venían. Señaló una ley grabada en la pared: el acta antiterrorista. Le dije dos cosas: I'm of Castle, Spain and I am supporter of Mr. Mussolini. Le tuve que repetir varias veces la segunda parte, entre mi mal inglés y su buena incredulidad. Me devolvió el pasaporte y me dejó ir con viento fresco sin registrarme siquiera.

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El periódico

Hace muchos años, al volver a casa recogía el diario El País de una vecina del edificio. Subrayaba cosas, ponía notas y se lo volvía a dejar en el buzón. Tiempo después le dije que era yo y me pidió que siguiera haciéndolo. Era profesora de Matemáticas, vasca pero "españolista" por ser del Partido Comunista vasco. Tenía un novio que se llamaba Amable.
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¡La geografía, memo!

No hable de geoestrategia el que no sepa geografía. 
Los odios y las hostilidades van y vienen. Uno se pregunta por qué tantos muertos en guerras entre naciones que pocos años después son una comunidad plurinacional. Y pienso en los soldados, a los que se entrenó para vencer la tendencia natural del animal de huir del peligro: la krajina, el califato, Deus le volt, el reich, el imperio, el socialismo... y hacerles correr hacia la muerte cuando lo que se juega, en realidad, no es la existencia de la nación sino avatares de la política o un malentendido juego de alianzas automáticas como el que dio lugar a la Gran Guerra de 1914 entre naciones miembros hoy de la Unión Europea.


Por encima de la ideología está la geografía. Marruecos siempre será el vecino del sur, como Francia el del norte para desgracia de nuestros camioneros. Y se puede practicar la francofobia o la morofobia pero van a seguir ahí.
La balsa de piedra es una novela de Saramago. Nuestra situación peninsular como finis terre de Europa occidental ante las costas de África es inamovible. Algo tendrá de bueno cuando los lores se engolfan en Gibraltar.

Las fronteras se mueven -Si Kant naciera hoy sería ruso- pero las vecindades permanecen. Téngase en cuenta a la hora de planear.

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Consumirás las fiestas

Basta ya de ocultar bajo el manto de la libertad los intereses de los poderosos. Es la libertad con apellidos, la libertad de horarios comerciales. La capacidad de abrir más de ocho o diez horas diarias y de vender los festivos no la tiene el comercio familiar, el pequeño minorista; es una libertad que sólo pueden ejercer las grandes superficies, los hipermercados. Es una libertad para los grandes, para los fuertes, es una libertad en monopolio de los poderosos. Esa libertad perjudica a los pequeños, a los que no son competitivos con los enormes y ávidos centros comerciales.

Dirán que con esa presunta libertad los clientes podemos acudir cuando queramos, fuera de nuestro horario de trabajo. Lo que no dirán, claro, es que así convertimos el tiempo de ocio en consumo, nada de vida familiar y/o con los amigos. Si tienes tiempo libre, a consumir al mastodóntico centro comercial. Así, bajo la bandera de la libertad de horarios, lo que hacen es convertir el ocio en tiempo de consumo. ¿Es el cliente el beneficiario? Está claro que no. “Cuando dejes de trabajar, a comprar” es su lema.

La libertad de horarios va contra el trabajador de la tienda del barrio, contra la familia del comercio cercano e, incluso contra el cura de la parroquia que ve como el mandato “santificarás las fiestas” se trueca en “consumirás en fiestas”.

Comenzarán desapareciendo los pequeños establecimientos, donde hemos recibido un trato personal, casi familiar. Donde todo el mundo sabe tu nombre. Los sustituyen los grandes centros donde eres anónimo, sólo cartera y tarjeta de crédito. Ya no será salir a la calle, a la tienda del barrio: “Juanito, baja y compra una barra de pan y, si tienen huevos, media docena”. Ahora es coger el coche por narices para ir al hipermercado en las afueras. Por eso disponen de esos monstruosos aparcamientos. Consumir gasolina, desgastar coche, contaminar, invertir varias horas para poder suministrarse cada semana. Cuando estamos allí, los caminos trazados por los estantes de productos nos llevan a comprar cosas que ni queríamos ni necesitábamos. Sociedades anónimas, clientes anónimos. No forma parte de tu entorno, no es un pequeño puntal más de tu municipio, de tu barrio. Los hipermercados son la avanzadilla neoliberal en lo cotidiano, desenraizan. Detrás de sus fastuosos anaqueles llenos de productos está la explotación al campesino, la imposición de precios de compra donde se llevan la parte del león. Bajo sus techos, se imponen condiciones de trabajo abusivas contra el nuevo proletariado de la gran distribución comercial.


¿Quieren libertad de horarios? que empiecen con ella los ministerios, las ventanillas del Estado, de los bancos, las administraciones públicas... esos lugares donde nos obligan a ir y que nos hacen perder tiempo de trabajo. Si hoy no protegemos la panadería, la frutería o las demás tiendas del barrio, la libertad de horarios pasará a otros ámbitos, a tu empleo y acabaremos con horarios de chinos, con sus condiciones de vida y con sus sueldos.

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Listas, países y listos

Mapa del mundo con la proporción real entre continentes.
Lista de países soberanos
Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Cuba, Corea del Norte, Suiza, Venezuela.

Lista de países sin separatistas de importancia
Francia, Portugal, Cuba, Corea del Norte, Estados Unidos, Suiza, Venezuela, Chad, Mauritania, Birmania, Alemania, Grecia, Croacia, Serbia, Polonia, Eslovenia, los países bálticos, Liechtenstein, Australia, Japón…

Lista de países donde la banca no tiene poder
Somalia, Islandia.


Lista de países donde impera la justicia social

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Viejo

Tan viejo que nací en una casa sin televisión. Cuando la trajeron, para vergüenza de mis padres, salí a la calle pegando saltos y gritando: "tenemos tele, tenemos tele." Emitían una serie que se llamaba El túnel del tiempo.

Tan viejo que durante años el teléfono fue un aparato negro que había en el pasillo y que sonaba de vez en cuando para decir: "sí, no y a las cuatro en Callao."

Tan viejo que podías hablar toda la tarde con los amigos, teniendo toda su atención.

Tan viejo que expresiones como dama, caballero, honor, valor, constancia, integridad, compromiso... sabías perfectamente su significado y lo imperativo de su práctica.

Tan viejo que cuando te inflabas a tortas o cantazos con otros y acababas en la Casa de Socorro, volvías a la tuya y no había que dar muchas explicaciones ni te llevaban al frenopático. 

Tan viejo que nunca se me ha ocurrido decir, cuando alguien habla de un año pretérito, "yo no había nacido".

Tan viejo que me he caído dentro de una alcantarilla cuando el barrio estaba inundado y llevábamos botas de goma.

Tan viejo que hice bachiller superior: quinto, sexto y COU. De ciencias por cierto aunque sin caer en la superstición científica.

Tan viejo que escribo esto.









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Cara libro y la pía

Hace muchos años, el siglo pasado, se experimentó con gente haciéndola vivir en una casa de cristal donde realizaban todas sus actividades a la vista de los viandantes. Entonces los sociólogos y otras gentes de mal vivir comentaron el esfuerzo que suponía para el individuo estar todo el día expuesto a las miradas de los demás.

Ahora esas gentes exponen lo que comen, el viaje con su tía Eulalia y los avatares consuetudinarios que acontecen en la rúe. Ese streptease moderno son las redes sociales donde voluntariamente nos metemos en una caja y exponemos toda nuestra existencia. 
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EL ESPECTADOR

Fútbol es una religión con miles de adeptos, integristas, que se agrupan en tribus y bajan de los estadios para atacar a las personas al grito de vivan los míos.

Hacen ceremonias enormes en que los oficiantes, 22 en total, realizan predicciones de su propio futuro con una esfera de cuero. Es un rito muy reglamentado, tanto que otro de negro sigue a todos los demás a ver si se atienen a los mandamientos.

Los asistentes pueden llegar a echar espuma por la boca o atacar a otros por el color de sus ropajes.

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UN LUGAR PARA LA DISIDENCIA

Nos habían dicho que lo controlaban todo, las comunicaciones, sus satélites pueden ver a un campesino orinando en Ucrania, sus ordenadores graban todas las conversaciones del mundo (¿tienen gente para escucharlas?), el planeta a su disposición.

Pero tenemos piratas en el golfo de Adén, en Somalia y alrededor de Filipinas; aviones que desaparecen sin explicaciones convincentes en Ucrania, Francia, Asia; fuerzas armadas no estatales en el Magreb, el África subsahariana, Oriente Próximo y Medio; Afganistán y Paquistán; zonas de China...


No lo controlan todo, ya les gustaría.
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Poder

Encuentro un texto en el número 16 de FE digital. Tiene ya quince años.

Los medios de comunicación han ido relevando a otros instrumentos caducos de control de masas e incluso a gobiernos locales que ya no deciden sobre su destino, muy especialmente desde que a mediados del siglo XX llega la televisión, donde prevalece el hecho de ver sobre el hecho de leer. De forma paralela, la economía financiera ha sustituido a la real. Tienen más poder los gerentes de los fondos de pensiones que deciden abandonar un país y limpiarlo de capitales que el gobierno de esa nación.

Los clásicos aparatos coaccionadores: policía, ejército, pierden poder ante las máquinas ideológicas, prensa y publicidad, que crean o destruyen consensos. La globalización implica la emergencia de nuevos actores y la reducción de otros a simples metáforas del poder más clásico.
 
La democracia funciona mejor cuanto más distribuido está el conocimiento y la propiedad entre los ciudadanos, difuminando el poder en los municipios y las sociedades. Mantener la ignorancia es perpetuar el dislate de cuantos aún confían en los marrulleros de la partitocracia monopolista, refractarios a la democratización de la inteligencia y la justa distribución de la riqueza. Lincoln dijo que la ausencia de grandes fortunas, junto con restricciones legales sobre la herencia, dificultarían el inmovilismo de las castas sociales, sin mencionar la expectativa cultural de que todos deben ganarse la vida y que los privilegios heredados fomentan la pereza y la irresponsabilidad. El abismo creciente entre la riqueza y la pobreza descansa en la tendencia de ambas a convertirse en hereditarias.

La mística del mercado y la soberanía del consumo determinan precios y costes, corrompen a políticos y manipulan la respuesta del consumidor. Los hombres con dinero compran a los hombres con poder, tendencia permanente de la economía a colonizar la política. El secretario general del PC Chino ha recibido más veces a Bill Gates que al presidente de Estados Unidos.


Un dios domina, absolutista y celoso: el mercado ¿libre?, quien ejerce una presión casi irresistible sobre todas las actividades para justificarlas en los únicos términos que reconoce: convertirse en negocios, privatizar beneficios y socializar pérdidas. El trabajo no remunerado de las amas de casa y los voluntarios sociales y el malamente pagado de los trabajadores lleva el estigma de la inferioridad social cuando el dinero es la medida universal del valor. 

Nos rebelamos contra la producción multinacional y su maridaje político, no sólo por su injusticia, sino porque debilitan el espíritu de confianza de las comunidades y de las naciones.

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Dextrosum, ¡ar!

En Katmandú, centenares de personas giraban alrededor de una stupa, de ahí debe venir lo de estupidez. Para saber qué pasaría, me puse a girar en dirección contraria. 

Los nepalíes pasaron de la sorpresa a la estupefacción antes entrar en acción: detenerme y darme la vuelta para que girara como todo el mundo. Faltaría más. A dextrosum.
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448 1576/Sp/UE

Le han dicho que su televisión smart, con nombre de santo coreano, puede escuchar las conversaciones que tienen lugar al alcance de sus micrófonos, los mismos por los que da las órdenes para cambiar de canal o grabar. Los entendidos lo comentan indignados, la casa lo admite. 

Se sienta frente a ella, la enciende. Busca un canal sin emisión, una pantalla chispeante con olor a magdalena Poltergeist, toma aire y habla: "Hola, Smart. Tienes pantalla para enseñar y también oídos para escuchar pero no tienes piernas para huir. Y hoy tengo ganas de reventar hablando, sacar huracanes con mi voz para explicarme, aullar y murmurar." Se sirve un whisky, retrepado en el sofá comienza a desgranar su historia, recuerdos de infancia, adolescencia, universidad, ejército, trabajo, amor... ante una pantalla muda que ni siquiera transmite el ruido de la estática. El solitario cuenta su vida a calzón quitado frente a la máquina. El único corazón que late en la estancia en penumbra es el suyo mientras su alma se vuelca en palabras.

La funcionaria de inteligencia enjuaga una lágrima, marca la grabación y escribe una nota remitiéndola al departamento de análisis de conducta para el perfil del ciudadano 448 1576/Sp/UE.  
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Se acabó el turno

El turno de partidos a finales de la monarquía de Alfonso XIII agravó el clientelismo político, la corrupción, el caciquismo en distintas tierras y profesiones. Lo insalubre de esa casa con puertas y ventanas cerradas llevó al crecimiento de la respuesta violenta de la izquierda. Como la escena internacional lo permitía, casi estaba de moda, Alfonso XIII permitió el golpe de Estado del general Primo de Rivera, presumiendo que era su Mussolini. Era dar pedales a la bicicleta cuesta abajo y se estrelló un 14 de abril de 1931.

El turno de partidos en los inicios de la monarquía de Felipe VI es la versión moderna y virulenta de aquel otro turno. Su diagnóstico es el mismo. Peor en cuanto el clientelismo se multiplica al generarse aquí 17 administraciones distintas, creciendo exponencialmente los casos de corrupción. 

Con un corrector de la ley electoral los nacionalistas vascos y catalanes han tenido una presencia en el parlamento superior a sus votos, permitiéndoles jugar como partidos bisagra y entregando trozos de soberanía por votos en la aprobación de los presupuestos o de una ley concreta. Escribió Gramsci: "Tomen la educación y la cultura, y el resto se dará por añadidura".

La inserción de España en distintos organismos internacionales: ONU, UE, OTAN, OCDE resta al Estado soberanía por arriba y las comunidades autónomas le vacían de contenido por abajo. Aquí no es importante lo ácido y disolvente que sea el mensaje sino que cumpla con la normativa vigente. La casa parecía tener de nuevo puertas y ventanas cerradas, sometida a la presión creciente del desempleo, la crisis, los desahucios, el hedonismo y el que venga detrás que arree.

El turno de partidos hoy, como ayer, hace aguas y aparecen nuevos actores políticos en escena. Ellos no estuvieron en los Pactos de la Moncloa ni participaron en la Transición. Para ellos no existe la versión indígena de los acuerdos de Postdam y Yalta.  Traen gente detrás y quieren jugar al juego. 
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