A la gente que es especial


Eres especial porque renunciaste al dinero que te hacía mucha falta y al que estabas acostumbrada para poder hacer de tu hijo una persona decente.
Eres especial porque supiste perdonar cada una de las traiciones que fuiste conociendo en cascada.
Eres especial porque hiciste el doctorado a la edad en que la gente suele quedarse arropado en la mesa camilla.
Eres especial  porque nadie borra la sonrisa de tu rostro, aunque tu casa no sea el paraíso.
Eres especial porque callas cuando sabes que tu pareja no quiere oír lo que piensas en ese momento aunque lo pregunte.
Eres especial porque sacaste adelante a tu familia cuando lo fácil hubiera sido dejarte llevar por la depresión.
Eres especial porque sembraste con humor a tus amigos antes de dejarlos y marcharte a los luceros.
Eres especial porque has hecho de tu vida un reto constante que superar.
Eres especial porque miras al futuro, vives el presente y asumes el pasado.
Eres especial porque tus ideas no están de moda y no las escondes bajo el mantel de la comodidad.
Eres especial porque tu honor sabes que es tuyo y no de los demás.
Eres especial porque dijiste sí cuando el riesgo era sólo para ti y no cuando lo que se apostaba era la seguridad de los demás.
Eres especial porque tienes un recuerdo que nunca se repetirá.
Eres especial porque a un hombre también se le conoce por sus silencios.
Eres especial porque sólo va a existir una persona como tú en toda la Historia humana.
Eres especial porque muchos recuerdan tu nombre y requieren tu compañía.
Eres especial porque nunca desfalleces y, si lo haces, te levantas  y sigues.
Todos vosotros sois especiales, vuestros nombres sobran aquí. Están en vosotros, en mi mente y en la historia de la gente. A todos vosotros os mencionó Ruyard Kipling en If.


Leer más...

Capitán Urbano, destructor de tanques

Urbano Gómez García era camisa vieja de León. Sirvió en la Legión como teniente y capitán.

Se alistó a la División Azul en octubre de 1942, pasando a mandar la primera compañía del Regimiento 263. Su madrina de guerra fue Pilar Primo de Rivera, que le obsequió con un banderín rojo y negro. Su unidad partió al frente de Leningrado. Allí participó en la batalla de Krasny Bor.


El capitán Urbano recibió instrucciones para presentarse en Rakkelevo. El general Esteban Infantes le ordenó que su compañía tomara posiciones para romper el avance soviético y se reforzara con soldados españoles de unidades diezmadas. Las tropas del capitán Urbano cubren un frente de un kilómetro y medio al norte de Rakkelevo.

A la caída de la tarde del día 11 de febrero, en las proximidades de Staraya Mysa, aldea ocupada por el Ejército Rojo, el capitán Urbano ve avanzar un grupo de carros de combate. El oficial legionario ordena cubrirse a sus hombres, él avanza agazapado en la nieve. Se levanta, cruza una cerca de madera y corre hasta el primero de los carros de combate con la estrella roja, mientras silban sobre su cabeza los disparos de los guripas que cubren su audacia. El capitán se arroja tras un pequeño ventisquero hasta tener cerca un tanque ruso, salta de su refugio, se apoya en el eje de una de las ruedas de la oruga de la mole de acero, se iza, abre la escotilla de la torreta y arroja dentro el racimo de granadas. Sale de allí raudo iluminado por un relámpago azul. La explosión hace vibrar el aire, levanta la nieve y distribuye metralla. Pero aquí no concluye la proeza del capitán. Inmediatamente después incendia otro carro. Está herido pero, a la luz de las llamaradas, ve girar y replegarse el resto de los mastodontes rusos. El capitán Urbano es hospitalizado y pide volver al frente. 

Al disolverse la División Azul, se alistó a la Legión Azul como capitán de infantería ayudante del coronel Antonio García Navarro. Combatió a las hordas de Stalin hasta mayo de 1944, cuando fue repatriado a España donde se dedicó a la agricultura.
El capitán luce dos emblemas de destrucción individual de carros, dos Cruces de Hierro, el  emblema de herido en combate y el de la Legión española.
Leer más...

Capitán Huidobro: ¡que somos españoles!


Capitán Manuel Ruíz de Huidobro Alzurena

El capitán obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando ese miércoles negro, 10 de febrero de 1943, al frente de la tercera compañía del 262 Regimiento de la División Azul.  El capitán Ruíz de Huidobro cubría, con 120 hombres, un frente de dos kilómetros. La artillería soviética bombardeaba durante horas las posiciones españolas. El oficial corría de un lado a otro alentando a los guripas. Al observar el avance de tanques rusos situó como reserva móvil a 10 hombres de antitanques. En el observatorio radicó su puesto de mando y comunicó por radio: "El enemigo ataca en grandes masas. Barrera de artillería delante de la posición y sobre el bosque."

Los dos primeros ataques comunistas fueron rechazados. Usando los temidos lanzallamas, en el tercer asalto, los soviéticos salieron del bosque. El capitán Huidobro, sereno, recorría los puestos divisionarios, arengando a la tropa y reagrupando los restos de otra compañía diezmada por el ingente asalto estalinista. El capitán Huidobro reorganizaba. Vio su flanco derecho al descubierto. Subió a lo alto de la trinchera, despreciando el intenso fuego enemigo, y fue dando órdenes. Desde esa peligrosa posición animó a los voluntarios: "¡Que somos españoles! ¡Esto no es nada!".  El alférez Duque, de antitanques, consiguió bajar al capitán del parapeto. Ordenaba Huidobro: prohibido disparar más que sobre blanco seguro. El capitán radió su último parte: "El enemigo continúa atacando en grandes masas; barrera de artillería delante de la posición. Moral elevada. Sin novedad." El capitán Manuel Ruíz de Huidobro y Alzurena cayó en combate, fuego y plomo. Agonizó alentando a sus guripas a continuar la defensa.

El capitán había empezado su carrera como falangista voluntario en las milicias de Primera Línea de Falange Española, en Valladolid. En septiembre de 1936, en el Frente de Ávila, fue propuesto dos veces para la concesión de la Medalla Militar Individual que obtuvo por su heroísmo en el Alto del León. Pasó a ser alférez provisional y luego, teniente provisional. Asistió en Tauima al curso para el ascenso a capitán provisional.
Leer más...

¡Salvad el hospital!


Antonio Ponte Anido era un joven guripa gallego, encuadrado en la tercera compañía de Zapadores de la División Española de Voluntarios. Era el enlace del entonces capitán Aramburu Topete. Tenía Toñín 21 años.

En esos días de febrero de fuego y plomo el cabo Ponte cruzó bajo el fuego una y otra vez llevando mensajes y órdenes. Cayó herido. Entonces, uno de los pesados carros de combate soviéticos T-34, en Krasny Bor, rompía las líneas españolas. Los divisionarios carecían de material antitanque para detener su cruel avance. El vehículo rojo rodó hacia el hospital, el lazareto, repleto de heridos, disparando todas sus armas contra los españoles inermes. 

Antonio Ponte Anido, atravesado por las balas, cogió una mina del arsenal cercano y corrió como pudo hacia el blindado ruso. Con esa mina se arrojó contra el carro enemigo, desapareciendo con él en la explosión. Había salvado la vida de muchos voluntarios, médicos y enfermeras. Son las tres y cuarto de la tarde del 10 de febrero de 1943. 

El 17 de febrero de 1944, un año después, el general Asensio, ministro del Ejército, concedía, a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando al cabo Antonio Ponte Anido por su heroísmo durante la batalla de Krasny Bor, al cumplir con las condiciones del artículo 73 del Reglamento de la Orden.  

La Ley de Memoria Histórica borra su nombre de las calles de La Coruña, donde nació.
Leer más...