Pensamientos absurdos de hoy

La belleza puede ser aguda pero no crónica.

Cuando des instrucciones, si alguien las discute es que le importan.

Todo o nada es sólo una frase.

Escuchar "te quiero" es importante pero depende de desde dónde lo digan lo cambia todo.
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Personajes

Hacía tiempo que no le veía, muchos años.
Gabriel es hijo de un alférez de la División Azul. Fue traficante y cayó en su propia trampa. Ahora hace hace tesis doctorales por encargo y las hace bien porque está loco pero es rematadamente inteligente. Y desgraciado. Me cuenta que su mujer se suicidó hace un año. Tengo que callar, ¿cómo voy a exponer mis cuitas tras oir eso? Narra historias increíbles como que el ejército delegó a cinco casi oficiales para crear una red de distribución de droga por Vascongadas en los años de la Transición.
Me lo presentó el Congui, un amigo de mi antiguo barrio que era tan bajito que no dio la talla para hacer la mili. Le llamaban así porque era pequeño y negro como los conguitos.Tenía una mirada humana y estaba casi condenado a la delincuencia con una madre y dos hermanas viviendo en una chabola.
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Cuando éramos soldados: la Legión

En la Legión, aún recluta, me pusieron en manos el instructor Trinchón. Le hubiera sentado mejor el traje de huno crecidito que el chapiri legionario. La cara redonda y barbilampiña, el gesto hosco con el ceño fruncido y los labios proyectados hacia delante. Curtido de muchas horas de imponer el paso de rana a un pelotón, que corre en cuclillas con el fusil cogido sobre las cabezas. Es un ejercicio magnífico para la articulación de cadera que ahora se usa apenas con los inodoros. Le asistía al instructor Trinchón un ayudante, ¡ayudante de legionario raso instructor!, con bigotes ingleses y ojos verdes cuya imagen recordaba a un tigre. Le sentaba mejor el uniforme. Tenía una querencia por Egipto y por la India realmente británica. Tengo por ahí una foto con él en la puerta de un mesón.

http://www.youtube.com/watch?v=mOOIFQ7BKcU


Los de la música eran banda aparte. Un corneta rubio cuyo perfil germano tocando silencio se recortaba en el patio de armas. El percha ario tenía un acento andaluz, era conocido por "Malaguita", que hacia recordar las emigraciones de germanos a Jaén en el siglo XIX, cuando los liberales creían que era cosa de los andaluces y no del calor. Hay otros nombres y muchas historias como el Cabo Guaje y el Maño del Mesón. Lo de los nombres no importaba mucho hasta Narcís Serra. En todo caso, da igual, pues a pesar de haberlos oído citar cada mañana y cada noche al pasar listas mes tras mes, se pierden casi todos. No otros como Pons Sabarich, a algún sargento retrancado se le atragantaba la pronunciación y procedía al reparto de pescozones. No era mal chico, Pons, un tal Jordi Pujol fue su padrino de boda en Barcelona. Lo suyo era mezcla de ruina y desengaño, hombre refinado vino a la Legión a degradarse y se bebía hasta la colonia literalmente. Al final, acabó haciéndose a la vida militar por el orden que imponía en la suya propia, algo parecido le sucedía a Lawrence de Arabia.

http://www.youtube.com/watch?v=WZvO_AMZsmY



El cabo Serafín, que había sido de Fuerza Nueva, me reconoció un día por el cuartel y recordó unos mamporros que le di en la Facultad de Derecho, no facilitó mi confort aunque contribuyó en gran manera a enfrentarme con éxito al problema de la limpieza de amplias superficies.

El Cartero era el legionario más privilegiado de todos los tercios. Tanta libertad le llevó al pelotón de castigo donde le curaron de todas sus adicciones excepto de la ironía. Era sobrino de Lluys Santa Marina. El cabo primero de esa triste unidad se entretenía en tirar al blanco con una pistola del nueve largo contra el edificio donde dormían los legionarios penados. Dormían directamente sobre los somieres metálicos, sin colchones, con una manta que o abrigaba por encima o aislaba de los hierros por debajo. A elegir.

El Bici era de la guardia fija e iban de duros. Como el consejo era aguantar, cuando me atropelló una mañana: ¡paso a la guardia!, me enfrenté y de los puños nacieron varios cardenales, que desaparecieron, y una amistad que aún dura. Protagoniza muchas anécdotas de nuestra vida militar. Estábamos convencidos de no reengancharnos pero la formación de un ciudadano concreto exige el servicio de las armas, nuestro concepto romano de la existencia: Quienes dicen que no puede hacerse que no obstaculicen a quienes lo hacen.

http://www.youtube.com/watch?v=Xzt7v3l82vc
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De discípulos y amigos

Cuentan los que están, aquellos que son amigos y se acuerdan de tí y tú de ellos. Cuentan los que comparten contigo sus alegrías, matrimonio, hijos, trabajo... Cuentan los que han acampado en tu corazón y han abierto el suyo para ti.

Cuentan también los que han marchado con el Padre Eterno. Los que sembraron en tí y se dejaron fertilizar por tus ideas.

Esos son los que cuentan, a todos ellos, gracias.
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De maestros

Pocas veces el discípulo está el tiempo suficiente junto al maestro para oir de boca de éste elogios sobre su persona. Esta semana me ha ocurrido a mí y me quedé realmente sorprendido. Gracias, Vicente.
Atención, he esperado más de 25 años.
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Los illuminati

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Canción Vieja



Soneto 70

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EPIGRAMA de Ernesto Cardenal

Al perderte yo a ti,

tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras

lo que yo más amaba,

y tú, porque yo era

el que te amaba más.

(sólo cito los versos con los que estoy de acuerdo)
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Geografía del sufrimiento

Bebe una y otra vez, intentando inútilmente ahogar su dolor. El recuerdo le martillea intensamente. Odio y amor se entremezclan en sus sienes: "¡Cómo la odio! Esa hijaputa, no soporto vivir sin ella". Se tortura, la sabe gozando con otro que oirá sus gemidos, que la poseerá. Aferra la copa sobre la barra y levanta la cabeza, el espejo del bar le devuelve su mirada vidriosa; el vaso estalla y esparce vidrios sanguinolentos por doquier. Mira sus manos heridas y se va extrayendo los cristales mientras se encamina torpemente hacia su casa. Intenta comer algo y vomita; arroja la bandeja con la cena intacta a la basura.

Mdongo continúa andando, son ya tres días de marcha sostenido a duras penas por puñados de hierba seca que le producen retortijones y dolores sin cuenta. Mdongo lo soporta estoicamente. La sequía se ha prolongado este año y los elefantes arrasaron los pastos antes de emigrar, acabando con la caza. Piensa en su tribu, donde los niños lloran de hambre con las barrigas hinchadas; para engañar el hambre las mujeres mastican corteza de los árboles y se la dan a chupar. Sacude la cabeza para alejar tristes pensamientos que atraigan a los malos espíritus, bastantes tiene ya su tribu.

Jorge se despierta al día siguiente. "No trabajo hoy", decide con la cabeza hundida en la almohada. Ella es el primer pensamiento que le recibe. Salta de la cama y se ducha para alejar las pesadillas. Toma apenas una taza de café y remueve con el tenedor los huevos revueltos antes de abandonarlos. "No puedo comer. ¡Maldita sea, no aguanto tanto dolor!". Sale a la calle donde fuma cigarro tras cigarro; sus pasos le llevan frente a la calle de ella. Mira la ventana intentando adivinar si está. Finalmente llama al portero automático. Nadie le responde pero observa un nuevo nombre junto al de ella, "José Salvador". La cólera le inflama, no por injusta menos dolorosa. Hunde las manos en los pantalones y maldice su suerte: "¡Mierda! Me cambiaba por cualquier otro a ver como lo pasaba en mi lugar". Jorge se aleja pasando entre señoras con la compra, bullangueros estudiantes y parejas; el cielo se oscurece y los truenos indican tormenta. "Ojalá fuera cualquier otro, ojalá no la hubiese conocido nunca".

Mdongo se detiene, sobre la tierra cuarteada aprecia un rastro. Sonríe de satisfacción, por primera vez en semanas. Un antílope sería la solución para todos, tendría que acarrearlo mucha distancia pero se imagina con gusto los gritos de alegría con que sería recibido. Un animal más pequeño sólo le daría fuerzas para continuar su angustiosa búsqueda. "No, sólo un antílope dejaría este rastro". Aprieta la lanza con fuerza y sigue ágil la pista hasta encontrar una gacela que araña con las pezuñas el cauce seco del río. Se sitúa sigiloso contra el viento y avanza pausadamente. Las piernas le fallan cuando siente tras él un aliento fétido y cálido; se vuelve despacio, una leona le mira. Mdongo sabe que hoy la presa no será la gacela, su pista ha servido para reunirle con la fiera hambrienta que busca lo mismo que él. El miedo deja lugar a la resignación. Mdongo se encoge dejando caer la inútil lanza y agradece a sus antepasados y dioses ancestrales el haberle dejado vivir más tiempo que a sus padres, a quiénes apenas conoció.

* * *

En un universo, en éste, Mdongo muere bajo las garras del felino mientras Jorge sigue paseando su desgracia, sintiéndose el hombre más sufrido del mundo. En otro universo más justo, la tormenta que abandonó Africa estalla sobre Jorge y hace realidad su deseo de cambiarse; Mdongo aparece estupefacto en la ciudad y Jorge muere viendo como la leona devora su nuevo y huesudo cuerpo negro, con apenas un segundo para comprender. En cualquier universo, en éste o aquél, Jorge y ella son unos imbéciles, excedentes de una cultura hedonista; Mdongo es generoso, necesario.

Miro a mi alrededor y veo todo lleno de Jorges por doquier, en las calles, llenando coches, oficinas y bares, Jorges en el metro, en mi casa y en mi espejo.
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Cuerda de presos


Tomás Salvador fue un magnífico novelista español. Libros como Las compañías blancas, División 250 o Cuerda de presos dan fe de ello. Este último citado lo llevó al cine Pedro Lazaga en 1955. Una película magnífica que narra el largo viaje andando, de León a Vitoria, de dos guardias civiles con un preso, Fernando Sancho, que bordó este papel. Una escena magnífica cuando se afeita con una vela, dado que no le dejan una navaja. ¡Vuelve el hombre! (y apesta). Todos los personajes están profundamente retratados y el autor hace que nos encariñemos con los tres, no así con el juez frío y lejano. La acción la sitúa el autor a finales del siglo XIX para poder criticar la justicia y el duro régimen a que sometían a los guardias civiles y la hombría ruda y sin paliativos de los críminales rurales.
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