La conquista de la libertad nacional

Levantémonos contra esos hombrecillos sin talento que sestean arropados de sueldos oficiales, reduciendo la tragedia del paro a estadísticas. Un mundo caracterizado por el miedo, la pereza intelectual, el cinismo...Un mundo donde la parte se impone como superior al todo. Busquemos la unidad frente a las divisiones.

Quien coloca un simple instrumento -el Estado- por encima del fin -la comunidad- difícilmente puede erigirse en dispensador de criterios morales. Esto nos diferencia del totalitarismo moderno, ese racismo de ideas, xenofobia del pensamiento no sometido, incluso aplicado a la amistad tal es su monocromía. Cuando el nacionalista  habla de los territorios históricos arrebata a la persona su libertad y dignidad. Los sujetos de derecho son, primero, las personas, luego las colectividades, no los territorios. Atan de nuevo al hombre al suelo que pisa. El nacionalismo divide, pone barreras, dibuja fronteras mentidas. El nacionalismo elige la vinculación con la Corona para individualizar en obediencia personal lo que falta en lealtad a la ley común. Cierta prensa española ha creado lo que Otazú llama cinturón audiovisual, para proteger el artificioso prestigio de la familia zarzuelera y de sus adláteres, los políticos de oficio de Jarcha.

Queremos crear nuestros propios mitos, la polifonia multicolor de las revoluciones, ser clásicos de nosotros mismos. Queremos, a la postre, recuperar nuestro destino y errar o acertar por nuestros hechos, nuestra voluntad de ser. Eso reivindico, la libertad de ser españoles.

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