Héctor Vidosa

Se conocieron el siglo pasado, en un campamento asturiano, en la Concha de Artedo. Soñaban, ellos y todos los habitantes de la ciudad de lona, en que los grises colores de la vida se volvieran azules, para todos. Cantaban bajo la lluvia persistente que verdea Asturias; reían, discutían, daban órdenes y las acataban. Bebían y cantaban junto al fuego de campamento. Héctor llevaba un escudo en el brazo: mortui moriturus sperant. Se lo quería quitar, el otro, más viejo, no le dejó. El tiempo le dio la razón, maldita sea. Esta mañana han hablado. Héctor, moribundo, animaba al otro, continuaba la conversación entre vómito y vómito. Está tranquilo, es cuestión de días. Ha hecho las paces con Dios y con los hombres. El otro llora impotente al otro lado del teléfono. Apenas puede formular "te quiero, amigo". Héctor está sereno, su estómago no. "Para mí tú eres mi jefe", le dice Héctor al otro, en esos momentos tales palabras son amargas, nada puede hacer sino rezar, lo lleva haciendo cada noche, en silencio, desde hace tiempo. Héctor le consuela: "mi familia estará bien, mi mujer tiene un gran apoyo en sus padres, son buena gente. Mis hijos ya lo sabían, se lo expliqué".
"Te volveré a llamar", dice el otro ayuno de palabras, ahíto de dolor. Héctor endulza la despedida, habla y vomita, sufre bascas pero no deja de hablar. Es la agonía serena de un héroe, un español de Barcelona.

2 comentarios:

  1. Siento mucho la pérdida de este gran profesor y, aún más persona.
    Sus alumnos de MIREIA lo recordamoscon cariño.

    Un fuerte abrazo a los suyos.

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  2. Cuando las palabras son sinceras sobra todo lo demás.
    Conservo de Héctor muchos folios escritos de Planes de Formación, libros que me regaló...pero sobre todo conservo en mi corazón su templanza y sabiduría.
    Cuando me diagnosticaron cáncer de páncreas y me dieron 5 meses de vida, un camarada de siempre me dijo "igual que a Héctor". Yo lo he podido superar. El vela por nosotros desde lo más alto.
    La 1ª vez que vi a Héctor Vidosa fue en un papel, su nombre al lado del mío, porque un "tal" GM nos pedía recoger documentación en una hoja a DINA-3.
    Pero conocerlo en persona, reirme con él y con su hijo, colaborar con él en Barcelona, discutir con él, presentar libros, tomar cocacolas.... tratarlo...es una de las mejores cosas que he hecho en esta vida.
    Sirvan estas líneas para dejar mi testimonio, mi agradecimiento a la persona, mi amistad con el camarada y mi cariño más profundo a Marta y sus dos hijos.
    Gracias Jefe por dedicarle las bellas palabras que encabezan el texto al que respondo.

    Héctor Vidosa: La insignia que llevabas en el brazo izquierdo de tu camisa la diseñó un montañés. Otro te saluda. Vela por nosotros, camarada.

    Néstor Pérez Bol

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