Cena de almogávares

Y termina la cena. El oasis donde los viejos legionarios invocan su derecho a la muerte, a la gloria. Entre los comensales un general valiente y almogávar, tres oficiales, alguno audiere de la segunda sección; legionarios rasos del Gran Capitán, del Duque de Alba, de la Brigada Alfonso XIII, veteranos de África, Bosnia y Afganistán; un marine norteamericano de pelo blanco y aspecto de sargento de artillería, profesores de instituto y universidad, un periodista, regulares, autores, soldados de España. Hablan y cuentan, algunos con años de cárcel, todos con promesas de futuro, guerreros por una España mejor. 
Nadie canta ni a los efluvios de la leche de pantera. Es encuentro sereno, sin orlas de alcohol  ni recamados de broncas. Conversan sobre sueños y proyectos, uno quiere acabar la carrera, escribir un libro sobre un capitán condecorado en batallas. Otros desgranan viejas anécdotas. El alistamiento de uno  que pidió, antes de firmar, llamar a casa y no le dejaron. El teléfono que atendió otro a un estrellado: 
-Soy el coronel Mandamás, ¿sabe usted con quién habla? 
-No, mi coronel. ¿Y usía sabe quién soy yo?- responde el legionario.
 -¡No! 
-Pues hasta luego- y colgó.
Noches de arrestos en los Balcanes, de peleas con otras fuerzas de la OTAN. Aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente
Noche de pasado y de futuro. Noche de escuchas confiados, noche de camaradas en armas. Sobre sus cabezas ondea, en la imaginación común, la bandera blanca con la cruz de San Andrés de los Tercios Viejos con empresas nuevas.
@unosolosoy





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