Siga así, Gibello
Gustavo Morales
Baja Antonio Gibello a recoger al reportero para guiarle por
la selva de ladrillos y jardines de la Ciudad de los Periodistas. Cada trozo de
su hogar es un retazo de su biografía, la de un periodista a quien Franco le
dijo escueto y claro: “Siga así, Gibello”.
Miro las paredes del despacho, pequeño y atestado de libros,
donde se dan cita los diplomas académicos, con los reconocimientos sindicales,
los artículos memorables y la poesía en castellano antiguo de viejos amigos. El
lugar de trabajo también define al hombre.
Pregunta: ¿Cuál fue la razón original del acto de fundación
de la Comedia?
Antonio Gibello: Evidentemente, estaba en un periodo que era
electoral. Estaba el precedente de los grupos de las JONS, del Frente Español.
Era la presencia activa de un grupo juvenil que no tenía encuadramiento ni en
la derecha ni en la izquierda y que se movía por un afán de mejorar la
situación. El propio discurso de José Antonio lo dice. Esa generación se había
encontrado con una España en ruina moral, económica y la falta de valores que
guardaba cierta similitud con la España actual. Estábamos en una crisis
económica consecuencia del "martes negro" de los Estados Unidos, la gran crisis
del 29. Por eso digo que guarda una cierta similitud. Naturalmente no es igual,
ni las circunstancias ni la sociedad de entonces. Era la irrupción de una
generación joven que no estaba conforme con la España de verbena y sarana.
P: ¿A quién se dirigía el mensaje fundacional: jóvenes,
clases medias?
A.G: El mensaje se dirigía sobre todo a la juventud más
inquieta. José Antonio era consciente al pronunciar el Discurso de la Comedia
de que el apoyo que tenía por parte de la sociedad provenía de su condición de
hijo del Dictador, de los que habían sido partidarios de don Miguel Primo de Rivera.
Ese apoyo ya lo había tenido en las elecciones de 1931 cuando se presentó a
defender la memoria de su padre. Entonces era un joven de treinta años que
apenas era conocido como abogado, como el señorito andaluz aunque era de
Madrid.
P: La superación de la izquierda y la derecha, ¿cómo?
A.G: Por vía de síntesis. A la izquierda José Antonio le
hace un bisección del socialismo, empezando por el reconocimiento que
compartimos la mayoría, por no decir la totalidad de los falangistas actuales,
que es el reconocimiento de que el nacimiento del socialismo fue justo porque
fue la reacción del mundo obrero frente a las injusticias tremendas de un
capitalismo cruel, injusto y despiadado que mantenía a las mujeres y a los
niños en las minas de carbón de Alemania e Inglaterra sin ninguna protección de
carácter social y donde no había otra salida que la rebelión frente a esa
injusticia. El socialismo, por otra parte, se confundió con un socialismo más
extremo a partir del Manifiesto Comunista y todos sabemos que la impiedad del
sistema socialista motivó esa crítica. Como cristianos no podemos admitir el
Estado ateo que incurre en las injusticias, por vía de represalia, las mismas
en que ha caído el liberalismo. La crítica del liberalismo la tenemos aquí: los
partidos están llenos de inmundicia, los políticos pierden la mayor parte de su
tiempo en insultarse. Hacer creer a la gente que la democracia consiste en
depositar una papeleta en una urna, cada cuatro años. José Antonio ha sido muy
criticado por la frase “el destino de las urnas es ser rotas”. En aquellos años
y en aquellas elecciones del 33, la campaña mayoritaria por parte de los
sindicatos anarquistas, concretamente de la CNT y del grupo faista, en el campo
andaluz y en Extremadura, en definitiva en todos los ámbitos geográficos de
España, industriales y sobre todo en los campesinos, donde la injusticia
también era tremenda, pues la campaña se hizo diciendo que había qe romper las
urnas. De hecho se produjeron incidentes donde estos sectores políticos y
sindicalistas asaltaban los colegios electorales y rompían las urnas porque no
creían en ellas. No era un sistema que iba a establecer la justicia social.
P: La tremenda evolución de José Antonio desde la defensa de
su padre a “concebimos España como un gigantesco sindicato de productores”
A.G: José Antonio, al año siguiente, en el discurso de
fusión entre FE y JONS de Valladolid ya lo dice, el discurso de la Comedia fue
un balbuceo. Siguiendo a Muñoz Alonso en su libro Un pensador para un pueblo
dice que el discurso de la Comedia, aún siendo un balbuceo, es la simiente, el
germen elemental de la doctrina falangista. Es la clave porque es la semilla
que nace por primera vez y fructifica. Sin el discurso de la Comedia tampoco se
entendería lo que vino después. José Antonio es una inteligencia, no porque lo
digamos sus seguidores, lo dice Unamuno, una de las mentes más claras de
Europa, así lo califica en su carta a Lisardo de la Torre, cuando ya José
Antonio estaba condenado a muerte. Es lógico que evolucionase. En primer lugar,
algo importante fue el fenómeno de la fusión con las JONS, un movimiento de una
raíz y de una pasión revolucionaria superior a FE como grupo. La fusión fue
algo que transformó ya a José Antonio porque le puso en contacto con una mayor
radicalidad política y social, la de las JONS, la de Ramiro, Onésimo, Juan
Aparicio y Sotomayor y todo el grupo que procedía de La Conquista del Estado.
José Antonio evoluciona porque se enfrenta con la realidad nacional,
recorriendo toda España, con la realidad de los pueblos miserables. En un
pueblo, creo que de la provincia de Toledo, le reciben los campesinos
hostilmente y le gritan: Salud y revolución, José Antonio cuando se dirige a
ellos les dice: "Salud, de cuerpo y de alma". Recoge ese latido que había en el
pueblo español desengañado por la política liberal y también por la política
del bienio socialista, donde se habían producida las rebeliones sindicalistas,
como Casas Viejas. Un hombre inteligente, culto, sensible, extraordinariamente
sensible, reacciona ante todo esto inclinándose a favor de un cambio radical,
de una regeneración de España y del pueblo español y de una política vigente.
P: Los pocos miles de falangistas antes de la Guerra, que
menciona Mercedes Fórmica, se convirtieron en cientos de miles durante y
después de la misma, ¿por qué este vertiginoso crecimiento cuando estaban en la
cárcel o habían sido asesinados los principales dirigentes?
A.G: Hay una realidad cierta. Hay un periodo del 34 al 35.
Así como existe el fenómeno de la radicalidad de José Antonio y de los
dirigentes regionales bajo sus órdenes, con esa radicalización se produce una
crisis de afiliados. Los grupos que se habían acercado inicialmente a raíz del
discurso de la Comedia, una derecha que encontraba mejor cauce a través de la
JAP y de la CEDA. Entonces Gil Robles era más propicio al fascismo, no hay que
olvidar que estuvo en el Congreso de Nüremberg. Esos grupos derechistas y
monárquicos que se habían afiliado a Falange como Ansaldo y el conde de los
Andes, se retiran. Eso no va con ellos. José Antonio entonces se quita ese
lastre de encima. Ansaldo organiza entonces un atentado contra el propio José
Antonio y trata de sublevar a los sindicalistas de la CONS. Hay un incidente en
la calle Marqués del Riscal, en el local de la Falange, donde José Antonio se
enfrenta con los que le están criticando y les dice que puede salir muerto pero
le van a escuchar. Entonces vienen los discursos del 35, de mayo y de
noviembre, que se han calificado como “De la revolución española” donde José
Antonio ya tiene una clara idea de una organización que aspira a dominar el
Estado, a la conquista del Estado y a la fundación de un Estado
nacionalsindicalista que es, a la par, anticapitalista y anticomunista. Habla
de un orden nuevo que hemos de implantar primero en España y luego en Europa y
en el mundo.
P: ¿Existió ese Estado nacionalsindicalista?
A.G: Existió el proyecto, las líneas maestras. José Antonio
no tuvo tiempo. Fue jefe de FE de las JONS desde marzo de 1934 a febrero de
1936, cuando es detenido. Elabora la doctrina en discursos y artículos, se
recorre toda la geografía nacional. Es decir, no hay tiempo cronológicamente.
Es asombroso que este hombre, a esa edad y con poco tiempo, fuera capaz de
proyectar unas ideas tan claras y una anticipación de acontecimientos y de
fenómenos que iban a producirse con posterioridad. Hay afirmaciones de la Mater
et magistra y de las encíclicas papales que están previamente en José Antonio.
Era un católico, no del tipo beato de la derecha, en su conducta y en sus
ideas. Por eso pone al hombre como portador de valores eternos y a favor de ese
hombre es como se tiene que articular toda la política en todos los sentidos,
para servir al hombre y para servir a esas células primarias de la sociedad que
nacen a partir del hombre y de la mujer como núcleo de la familia y pasan a la
sociedad a los núcleos de asociación natural del hombre: el municipio y el
sindicato, una forma de asociación laboral pero que son entidades naturales,
así las denomina José Antonio, que pueden articularse frente a los partidos
políticos que no tienen más intereses que los propios como lo estamos viendo y
viviendo en España, aquí lo que importa es el partido. No les importa lo que
pase en España.
P: ¿Me puedes mencionar a pensadores falangistas a partir de
1939? Sánchez Dragó dijo que era imposible entender la literatura y el
periodismo español de 1939 a 1970 sin hablar de los falangistas.
A.G: Hay periódicos que tuvieron una influencia definitiva
en la legislación socioeconómica del Estado franquista. Esa influencia
falangista la han querido enclaustrar en una burbuja sorda, insonorizada, como
si no hubiera existido. En el mundo del periodismo hay personalidades como
Ismael Herrainz, Aparicio, Emiliano Aguado… gentes que como intelectuales ya
eran importantes en los años 30, antes de la Guerra. En el terreno de la
política toda la reforma agrícola que hizo Franco de los regadíos, de la
concentración parcelaria, de la repoblación forestal, todo eso procede de la
doctrina falangista. Fue llevado a cabo por ministros falangistas. El Instituto
Nacional del Trigo, que fue una de las grandes ideas que propiciaron en las
regiones liberadas por Franco, durante la guerra no faltaron los alimentos.
Hubo esa previsión. En el primer gobierno de Franco el primer ministro de
Agricultura fue Raimundo Fernández Cuesta que tenía a un hombre con él que fue
clave, el que ideo todo, un viejo jonsista seguidor de Onésimo Redondo:
Dionisio Martín Sanz. Los siguientes ministros de Agricultura fueron Rey
Segura, también falangista; en otro Ministerio un hombre importante fue Pedro
González Bueno que intervino en la redacción del Fuero del Trabajo. Una obra
hecha durante la guerra, cuando enfrente estaba el gobierno filocomunista de
Negrín. Fue revolucionario el Fuero. En la zona roja, donde yo viví dado que
pasé la guerra en Madrid, no había un documento de carácter estatal que tuviera
una precisión jurídica tan concreta de los derechos de los trabajadores.
Desafío a cualquier investigador que presente en la legislación republicana un
texto equiparable. Durante la República se hicieron dos reformas agrarias, un
tremendo fracaso, una tercera reforma la lleva a cabo el director general
Enrique Castro Delgado, fundador del 5º Regimiento comunista, arrepentido
cuando después conoció la Unión Soviética. Esa reforma agraria también fue un
fracaso. Se acercó un poquito a esa reforma, un poquito, en Aragón lo
programado por los anarquistas de la CNT. Aunque muy de lejos y sin estructura
jurídica estatal ni proyección de futuro como tuvo el Fuero del Trabajo. En el
momento que entra José Antonio Girón como ministro de Trabajo la revolución es
total. ¡Si estamos viviendo de la legislación franquista! Toda la Seguridad
Social, toda la red hospitalaria y ambulatoria es creación de Franco. También
la legislación laboral, los derechos de los trabajadores, la salarial, la
representación de los trabajadores en las Cortes, que tuvo una importancia
revolucionaria, etc. Ahora, ¿dónde están
los sindicatos? En el siglo XIX con las reivindicaciones, la huelga y la calle.
Así no se hace una revolución social. La revolución se hace con el Boletín
Oficial del Estado. Con el BOE la hicieron las Cortes franquistas donde estaban
los trabajadores, mejor o peor, representados aunque el sistema electoral
también tenía sus defectillos. Lo cierto es que los sindicatos estaban
representados en las Cortes españolas y su influencia fue decisiva en los tres
planes de desarrollo luego propiciados por los tecnócratas del equipo de López
Rodó. En una lucha interna tremenda entre las familias políticas, concretamente
entre los grupos sindicalistas que eran básicamente falangistas frente al
neocapitalismo que defendían los tecnócratas encapsulados en los equipos de
López Rodó y que ocupaban prácticamente toda la administración pública
española. ¿Quiénes legislan en torno a los temas económicos y sociales? Hoy los
partidos políticos, pero como los hay de toda naturaleza y básicamente son
liberales o están en otro mundo, no atienden. La prueba es que a lo más que
llegan es a reunir a una comisión de los sindicatos, otra de los empresarios y
una comisión del Gobierno para pactar. ¿Qué pactan? A la hora de la verdad a lo
largo de las últimas décadas la Historia nos muestra que ha sido un fracaso de
legislación. Lo único que ha pervivido es la legislación de Girón, de Romeo
Gorría, de Sanz Orrio, de Licino de la Fuente. Los hogares de los jubilados y
todo eso se iniciaron y realizaron en tiempos de Licinio de la Fuente. Las
universidades laborales fueron creación de Girón, seguidas después por los
ministros que he citado, especialmente Romeo Gorría y Licinio de la Fuente.
P: ¿En los equipos que hicieron todo eso, los azules no
tuvieron reparos en incorporar generosamente a antiguos enemigos?
A.G: Girón crea la escuela de capacitación social de
trabajadores, estaba en la calle Azcona. Nombra director a un profesor
universitario, Ovejero Bustamante, de filiación socialista. Como hubiera
nombrado a don Julián Besteiro de no haber sido porque murió de tuberculosis,
lamentablemente encarcelado a pesar de que hubo gestiones falangistas para
sacarle de la cárcel de Carmona que, en realidad, no era otra cosa que un
cuartel de la Guardia Civil, no una prisión como la de Carabanchel. De su
tuberculosis no tenía la culpa nadie, la tenía mucho antes de ser presidente de
las Cortes. Besteiro encaja perfectamente en la capacidad de absorción, en esa
superación del enfrentamiento a través de la síntesis de izquierda y derecha.
Ahora se habla mucho de que hay que reformar el mercado
laboral. ¿Qué es eso del mercado laboral? ¿Es que ponen a los trabajadores al
nivel de las lechugas, las patatas y del carbón y del acero? Materializan al
hombre y lo quieren reducir a un elemento de un mercado. Lo que hay que
reformar es el concepto de la empresa. Las primeras peticiones, ensayos
directos y presión política a favor de la reforma de la empresa se hacen
justamente por parte de los ministros de trabajo y delegados de sindicatos del régimen de Franco frente al liberalismo
de los tecnócratas. Los periódicos estaban llenos de artículos sobre la reforma
de la empresa. José Antonio Girón dio un discurso el 4 de mayo de 1972
en Valladolid, que fue un discurso tan radical como en los mejores tiempos de
su Ministerio, tanto que Torcuato Fernández Miranda escribió en sus memorias que
con aquel discurso Girón se puso en el filo de la navaja de ir a la cárcel.
Defendí entonces en un artículo, publicado en una selección de artículos de
1972 seleccionada por Gabriel Elorriaga, donde yo pedía una banca sindical,
ya se había propuesto junto a la reforma de la empresa en los consejos de
trabajadores provinciales y nacional de los sindicatos. Tengo la documentación
de una propuesta de Muñoz Alonso, que era uno de los mandos sindicales con
Solís, que era ministro secretario general del Movimiento y delegado de
Sindicatos, por la que se producen una serie de conversaciones entre los
sindicatos: Muñoz Alonso, Emilio Romero y algunos otros dirigentes en diálogo
con la UGT y con la CNT del interior, que eran clandestinas. Se reunieron y
alcanzaron un acuerdo: en las elecciones sindicales que se producen salen elegidos
una serie de procuradores sindicales procedentes de la UGT y de la CNT,
subsumidos dentro del sindicalismo porque incluso ellos encontraban en esa
representación sindical una vía de representación y participación en la
elaboración de la legislación, en la creación de leyes de un estado jurídico
que permita y consolide las avances justos de los trabajadores dentro del mundo
de la organización económico-social.
Chozas Bermúdez estuvo entre esos grandes
sindicalistas. Los sindicatos dieron un
contenido social a los planes de desarrollo cuya génesis era exclusivamente
económica. Se les dio un contenido riguroso favorable a las tesis sociales y
sindicalistas. Gracias a esa presencia de los sindicatos en las Cortes y como
los planes de desarrollo se debatían en las Cortes. Por ello, hubo
enfrentamientos muy duros con otros. En las memorias del señor López Rodó,
ministro del Desarrollo, recoge un artículo mío muy duro contestándole cuando
preguntó “¿qué era eso de la empresa nacionalsindicalista?”. Critiqué al entonces
ministro de Industria, que controlaba el INI. En Barcelona se le plantea la
necesidad de ir a una reforma de la empresa, que debía ensayarse en empresas
del Estado. Le plantean la necesidad de formar empresas nacionalsindicalistas y
él responde que es una entelequia, que nadie sabe lo que es. Mi argumento fue
que había miles de millones de pesetas de las mutualidades laborales, de las
cuotas sindicales, cuyas cifras estaban publicadas en la memoria del año.
Pregunté por qué esos miles de millones los tenía que manejar la banca privada.
Si los liberales se oponen a la nacionalización de la banca, hemos de crear una
banca sindical con los fondos que son propios de los trabajadores y de los
empresarios para que de ahí salgan los créditos. Los que decía José Antonio con
la nacionalización del crédito.
Chozas Bermúdez |
P: ¿El sindicalismo hoy?
A. G: En el parlamento actual no ocurre esto y los
sindicatos se benefician de los despidos de los trabajadores a través del ERE y
se financian de eso; son la caricatura del sindicalismo porque es un
sindicalismo del siglo XIX.
P: La opción de José Antonio por una España alegre y
faldicorta
A.G: Hay cosas de José Antonio que la gente cree que son
sólo frases afortunadas. Frente al pesimismo histórico, responde. Cuando José
Antonio dice que ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser
en este mundo no es un exceso de patriotismo está contestando al señor Cánovas
del Castillo que, tras el desastre del 98, dice que es español el que no puede
ser otra cosa. Frente a ese pesimismo histórico, José Antonio responde. Frente al pesimismo histórico de la derecha
en los años 30, la España alegre y faldicorta es una consigna de optimismo que
supera la España negra y triste que no ve horizonte. Queremos una España
juvenil en definitiva.
P: Me has dado muchas respuestas que me han llenado de más
preguntas. Otra vez será.
Sobre la mesa descansa, vigente y envidiada, un ejemplar en
cuero de sus Apuntes de una biografía
polémica.
Muy interesante la entrevista. Con tu permiso la reproducimos en Tradición Digital
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