Antonio Ponte Anido era un joven guripa gallego, encuadrado en la tercera
compañía de Zapadores de la División Española de Voluntarios. Era el enlace del entonces capitán Aramburu Topete. Tenía Toñín 21 años.
En esos días de febrero de fuego y plomo el cabo Ponte cruzó bajo el fuego
una y otra vez llevando mensajes y órdenes. Cayó herido. Entonces, uno de los
pesados carros de combate soviéticos T-34, en Krasny Bor, rompía las líneas
españolas. Los divisionarios carecían de material antitanque para detener su
cruel avance. El vehículo rojo rodó hacia el hospital, el lazareto, repleto
de heridos, disparando todas sus armas contra los españoles inermes.
Antonio
Ponte Anido, atravesado por las balas, cogió una mina del arsenal cercano y corrió como pudo hacia el
blindado ruso. Con esa mina se arrojó
contra el carro enemigo, desapareciendo con él en la explosión. Había salvado
la vida de muchos voluntarios, médicos y enfermeras. Son las tres y cuarto de la tarde del 10 de febrero de 1943.
El 17 de febrero de 1944, un año después, el general
Asensio, ministro del Ejército, concedía, a título póstumo, la Cruz Laureada de
San Fernando al cabo Antonio Ponte Anido por su heroísmo durante la batalla
de Krasny Bor, al cumplir con las condiciones del
artículo 73 del Reglamento de la Orden.
La Ley de Memoria Histórica borra su nombre de las calles de La Coruña, donde nació.
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