Gustavo Morales
Anoche suponía con tres amigos. Supongamos que un país de
arena y petróleo suministra armamento a las distintas facciones sirias alzadas
y que parte procede de arsenales de Saddam Hussein (recuerden Halabché). Entre
los obuses y cohetes que le llegan a la milicia A, hay una o dos ojivas
químicas pero los milicianos no tienen ni idea ni los jeques teramillonarios
que se las suministran tampoco (¿oh sí? lo veremos al final de estas líneas).
La milicia A odia a Al Assad pero odia también a la milicia B y a la milicia C
("odiamos a los romanos pero odiamos mucho más al frente judío de
liberación, a la unión hebrea"...). Lanzan siete obuses contra el Ejército
sirio y dos contra la milicia B que está sufriendo un ataque de las fuerzas de
Al Assad. Supongamos que uno de esos dos obuses que tiran a otros milicianos
(herejes porque no siguen la doctrina wahabí salafista sino la hanbali)
contiene gas sarín. Los milicianos B suponen que es uno más de los proyectiles
que les tiran las tropas sirias, cosas de cuando llueven bombas. De hecho, ni
la milicia A sabe qué ha tirado.
Supongamos que la mayor superpotencia se mosquea y acusa a
Damasco, lo que tiene que escocer después de invadir un país acusándolo de
poseer armas de destrucción masiva (claro que las tuvo, se las dieron ellos
para mantener una guerra de ocho años entre Iraq e Irán y ellos recogieron y
guardaron el arsenal iraquí). Supongamos que los jeques garantizan a Washington
que se mantiene el dólar como moneda de pago de la factura del petróleo. Eso
permite a USA dar a la máquina de hacer billetes para superar la crisis. Como
valor añadido, un conflicto limitado relanzaría sus empresas de armamento pero
no es lo principal.
Supongamos que alguien sabe lo de la ojiva: los jeques que
las suministraron o quien la usa como excusa. Suponer es tan barato, la cena no
lo fue.
@unosolosoy
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