Cuerda de presos


Tomás Salvador fue un magnífico novelista español. Libros como Las compañías blancas, División 250 o Cuerda de presos dan fe de ello. Este último citado lo llevó al cine Pedro Lazaga en 1955. Una película magnífica que narra el largo viaje andando, de León a Vitoria, de dos guardias civiles con un preso, Fernando Sancho, que bordó este papel. Una escena magnífica cuando se afeita con una vela, dado que no le dejan una navaja. ¡Vuelve el hombre! (y apesta). Todos los personajes están profundamente retratados y el autor hace que nos encariñemos con los tres, no así con el juez frío y lejano. La acción la sitúa el autor a finales del siglo XIX para poder criticar la justicia y el duro régimen a que sometían a los guardias civiles y la hombría ruda y sin paliativos de los críminales rurales.

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