Prólogo a las memorias de Günther Prien
Gustavo Morales
El puerto base de la Armada británica, Britannia
rule on the waves, se encontraba en Escocia, en la rada de Scapa Flow. La
Armada era la llave que el Reino Unido había empleado para crear su imperio y
mantener el equilibrio continental, atacando Francia, Alemania o Rusia cuando
comenzaban a imponer su hegemonía. Los ingleses estaban orgullosos de su flota
y la guardaban con primor en la mejor y más segura de sus bases, the
best, the better, the british.
En la Primera Guerra Mundial los alemanes
fracasaron en sus dos intentos de penetrar en la base de Scapa Flow, les costó
un submarino. En esa guerra Karl Doenitz era profesor en la escuela de
submarinos, conocía a muchos de los tripulantes. En la siguiente guerra,
Doenitz es almirante y ha puesto en marcha la operación Baldur. El 3 de
septiembre de 1939 Londres declara la guerra a Berlín, cuarenta días después el
submarino U-47 hunde el acorazado británico HMS Royal Oak, en la bahía de Scapa
Flow.
Doenitz había reunido para la operación
Baldur los datos e informaciones precisas para sortear una ruta mortal junto a
los acantilados escoceses, entrar en el puerto mejor vigilado del imperio
británico y hundir una de las joyas de la Royal Navy. Llevaba mucho
tiempo el almirante planeando ese golpe y sabía que, aún con el mejor de lo
planes, hacía falta un capitán intrépido para realizarlo. El teniente de navío
Prien fue el elegido para ejecutar la venganza de la Kriegsmarine.
Günther Prien (1908-1941) era marino con
quince años, oficial de una línea trasatlántica con diecisiete y oficial de la
Armada alemana en 1931. Conoció el hambre y la proletarización de la clase
media como describe con la belleza de la sencillez en esta obra. En sus inicios
en el arma submarina, sirvió en el U-26 que rondó por aguas españolas en la
Guerra Civil del siglo pasado. Tenía una temprana experiencia naval, era
intuitivo, optimista, era de extracción popular y militante del NSDAP desde
antes de la llegada democrática de Hitler a la Cancillería. Fue el elegido para
la venganza de la Armada y contra viento y marea textualmente lo consiguió.
Llevó a la espada de la Kriegsmarine al interior de la base
naval británica y cercenó un acorazado dañando también al “Repulse”. Señalar
lo que el oficial Prien no cuenta en esta obra, originalmente publicada en
guerra, y sí figuró en el informe oficial: los fallos de la industria alemana
en la fabricación de consumibles para submarinos como veremos en una breve
imagen al final de este prólogo. Prien no sólo entró en la base inglesa sino
que volvió cuando la primera andanada de torpedos, la única que él menciona en
la obra, falló y tuvo que repetir el tiro con tres torpedos más mientras el
león británico se despierta de su letargo en una noche escocesa. La gesta de
Scapa Flow popularizó a los submarinos hasta crear un subgénero dentro del cine
bélico, con Duelo en el Atlántico como paradigma hasta La
caza del Octubre Rojo.
Prien, después de publicado su libro,
revalidó su fama al demostrar que la hazaña de Scapa Flow no fue fruto de la
casualidad. Hundió casi 161.000 toneladas, además del acorazado Royal Oak,
entre septiembre de 1939 y marzo de 1941. Un total de 28 buques en 225 días de
navegación, algo más de 715 toneladas diarias echadas a pique como media
estadística. No vivió Prien para igualar los 44 hundimientos con 266.600
toneladas del U-99, capitaneado por el teniente de navío Otto Kretschmer,
récord entre los submarinistas alemanes. Al sur de Islandia, desde el U-47
Prien radió su último mensaje el 7 de marzo de 1941. Cerca de un centenar de sumergibles
perdió en ese periodo el almirante Doenitz. La presunción sobre la muerte
de Prien más extendida es que cayó bajo las cargas del destructor inglés
"Wolverine". Otra versión defiende que el U-47 fue hundido por uno de
sus torpedos que navegó en círculos. El HMS Wolverine podría haber atacado al
submarino de Eckermann que se retiró muy averiado. El hecho es que el 7 ó
el 8 de marzo de 1941, el U-47 VIIB se fue a pique con su tripulación.
Al submarino de Prien le hundió la
técnica: los avances aliados en sonar y radar, las cargas de profundidad y los
nefastos torpedos alemanes que Prien denominaba “fusiles de madera”. Por la
hazaña que le convirtió en mito recibió la Cruz de Caballero de la Cruz de
Hierro vestido con el uniforme reglamentario de gala de la Armada de manos de
Hitler. Prien afirma: “Sé perfectamente que estos honores no me son concedidos
exclusivamente a mí, estoy aquí en representación de los camaradas
que anónimamente, con la sencillez del que cumple una acostumbrada misión,
arriesgan cada día su vida por el exacto cumplimiento del deber. Únicamente un
momentáneo éxito ha hecho que mi nombre destacara y me convirtiera en portavoz
de todos”.
En la imagen del recuerdo del héroe está
su sonrisa en una cara barbada enmarcada por su gorra arrugada de marino, el
chaquetón de cuero y el Toro Bravo como enseña del U-47, el submarino que rapó
las barbas navales del poderío británico menos de mes y medio después de
iniciada la guerra. Imagen agradable para muchos. Quizás la hazaña burlona de
este submarinista animó los años que el almirante Doenitz pasó en la
cárceles aliadas hasta 1956. Alemania perdió la guerra pero Doenitz escogió al
hombre que escarneció a la Royal Navy en Scapa Flow: el korvettenkapitän Prien.
La escena. En una de esas latas de
sardinas claustrofóbicas, impulsada por motores eléctricos, que había que
emerger para cargar y navegar en superficie con los diésel, cuyos torpedos
admitía hasta el Almirantazgo alemán que fallaban, con oficiales de derrota que
no podían determinar la posición exacta si estaba muy nublado, con toda la
tripulación en un religioso silencio con la vista siempre arriba, el capitán
Prien ordena cargar los tubos para volver a disparar contra el imponente
acorazado británico Royal Oak. El submarino U-47 gira 180 grados en la
superficie de la inexpugnable base central de la Armada inglesa para lanzar una
segunda salva de torpedos porque los primeros eran defectuosos y un tubo
lanzador no dispara. Tres alcanzan el objetivo a la una y media de la
madrugada. Se hunde el acorazado con su tripulación, con el contralmirante
Biagrove y con el mito de la invulnerabilidad de la base británica. El
submarino se escabulle burlando a los destructores.
No ha existido precisión alemana, ha sido
coraje. Era capitán de submarino y fumaba, también burló al cáncer de pulmón,
tenía nervios de acero de mostrados. Doenitz tenía a Prien y éste a la
tripulación del U-47: “Verdaderamente, con estos muchachos no hay nada
imposible”.
http://edicionesnuevarepublica.wordpress.com/2010/01/07/%C2%ABel-camino-de-scapa-flow%C2%BB/
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Con oficiales de esta casta como Prien, y menos chivatos en el alto mando (OBK), Alemania hubiera sido otra cosa en la guerra, no se hubiera perdido Stalingrado, y los rusos habrían perdido el Cáucaso y Montgomery se habría ido de canguelas en el Alamein. La información de alto secreto que fue filtrada a los aliados y rusos fue fundamental para debilitar a la Wehrmacht y perder la iniciativa en la guerra.
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