Mujer y religión

Gustavo Morales

La situación de la mujer en el mundo se enmarca en el orden de valores de cada civilización. Los libros sagrados de los tres grandes monoteísmos, generadores de tres culturas, reservan a la mujer una condición específica. Las sociedades matriarcales que dicen imperaron ayer en el planeta no pasan de ser meras hipótesis sin contrastar, excepto para Engels cuando bebe, rayando el plagio, de los libros del antropólogo Morgan. El culto a la mujer, visible en la diferentes Venus talladas, se refiere específicamente a su capacidad de perpetuar la especie y multiplicar los brazos de la tribu.
   En el Antiguo Testamento se culpabiliza a la mujer como responsable directa del pecado original, la soberbia: "Comer del Árbol de la Ciencia y seréis como Dios". El papel de Adán es el de un seducido con escaso criterio propio, teoría defendida para todos los "adanes" por Esther Vilar en El varón domado. Dentro del Cristianismo, San Pablo es taxativo: "No consiento que la mujer enseñe en la Iglesia", dando el eje argumental de la Iglesia contra el sacerdocio femenino. No obstante, la triada de doctrinas monoteístas presentan casos de mujeres aventajadas, ya sean Ruth y Esther, al servicio del pueblo judío; María y la Magdalena con Cristo, o Jadiyá y Fátima en la familia de Mahoma. Es difícil propagar una doctrina absoluta y abiertamente en contra de las hijas de Eva.
   Por su parte, el Islam considera un conjunto de derechos, deberes y sanciones específicos y diferentes para los hombres y otro para las mujeres. En base a la distinción entre ellos, algunos argumentan que si el Islam hubiese considerado a la mujer un ser humano de pleno derecho no hubiera estipulado la poligamia, no hubiera dado el privilegio pleno de divorcio al hombre, no hubiera hecho el testimonio de dos mujeres equivalentes al de un hombre, no hubiera dado la dirección de la familia al marido, no hubiera estipulado que a la mujer le corresponde la mitad de la herencia que le corresponde al hombre… Morteza Motahari, un intelectual chiíta, afirma que "el propósito más importante de la mujer en la vida es la seguridad y cuando la logra deja de ser activa". Razona el persa que esto es "debido a que son más impresionables que los hombres deberían aceptar la realidad de que necesitan la supervisión de éstos en sus vidas".
   Platón dijo que hombre y mujer fueron antaño uno, los caprichosos dioses los separaron, condenándoles a buscarse para volverse a unir. A esa búsqueda, Platón la llama amor. Para machistas y feministas es una simple y pura relación de poder: quién doma a quién, quién controla a quién. 
   Es poco conocida la opinión de José Antonio: “La galantería es una falta de respeto a la mujer, porque la supone tan tonta que diciéndola unas cuantas frases halagadoras para su vanidad ya no va a darse cuenta que la engañamos.”.




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