La situación de la mujer en el mundo se enmarca en el orden
de valores de cada civilización. Los libros sagrados de los tres grandes
monoteísmos, generadores de tres culturas, reservan a la mujer una condición
específica. Las sociedades matriarcales que dicen imperaron ayer en el planeta
no pasan de ser meras hipótesis sin contrastar, excepto para Engels cuando bebe, rayando el plagio, de los libros del antropólogo Morgan. El culto a la mujer, visible en la
diferentes Venus talladas, se refiere específicamente a su capacidad de perpetuar
la especie y multiplicar los brazos de la tribu.
En el Antiguo Testamento se culpabiliza a la mujer como
responsable directa del pecado original, la soberbia: "Comer del Árbol de
la Ciencia y seréis como Dios". El papel de Adán es el de un seducido con
escaso criterio propio, teoría defendida para todos los "adanes" por
Esther Vilar en El varón domado. Dentro del Cristianismo, San Pablo
es taxativo: "No consiento que la mujer enseñe en la Iglesia", dando el eje
argumental de la Iglesia contra el sacerdocio femenino. No obstante, la triada
de doctrinas monoteístas presentan casos de mujeres aventajadas, ya sean Ruth y
Esther, al servicio del pueblo judío; María y la Magdalena con Cristo, o Jadiyá
y Fátima en la familia de Mahoma. Es difícil propagar una doctrina absoluta y
abiertamente en contra de las hijas de Eva.
Por su parte, el Islam considera un conjunto de derechos,
deberes y sanciones específicos y diferentes para los hombres y otro para las
mujeres. En base a la distinción entre ellos, algunos argumentan que si el
Islam hubiese considerado a la mujer un ser humano de pleno derecho no hubiera
estipulado la poligamia, no hubiera dado el privilegio pleno de divorcio al
hombre, no hubiera hecho el testimonio de dos mujeres equivalentes al de un
hombre, no hubiera dado la dirección de la familia al marido, no hubiera
estipulado que a la mujer le corresponde la mitad de la herencia que le
corresponde al hombre… Morteza Motahari, un intelectual chiíta, afirma que
"el propósito más importante de la mujer en la vida es la seguridad y
cuando la logra deja de ser activa". Razona el persa que esto es
"debido a que son más impresionables que los hombres deberían aceptar la
realidad de que necesitan la supervisión de éstos en sus vidas".
Platón dijo que hombre y mujer fueron antaño uno, los
caprichosos dioses los separaron, condenándoles a buscarse para volverse a
unir. A esa búsqueda, Platón la llama amor. Para machistas y feministas es una
simple y pura relación de poder: quién doma a quién, quién controla a quién.
Es poco conocida la opinión
de José Antonio: “La galantería es una falta de respeto a la mujer, porque la
supone tan tonta que diciéndola unas cuantas frases halagadoras para su vanidad
ya no va a darse cuenta que la engañamos.”.
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